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sábado, 30 de julio de 2011

Carla Rebecchi, Diosa del Hockey


Sabe que las comparaciones son inevitables. O, al menos, deja entrever que se acostumbró a ellas después de ocho años demostrando su talento como delantera de la Selección Nacional de hockey femenino sobre césped. Por eso, Carla Rebecchi (26) da una repuesta un tanto ensayada cada vez que se le atribuye el título de “sucesora de Luciana Aymar” dentro de la cancha.

“Es un halago que me comparen con Lucha, pero ella es una persona distinta en todos los sentidos, no sólo como jugadora. Aymar hay una sola, y va a ser la más grande por siempre.” Apenas elude tamaña responsabilidad, Carla se anticipa a mencionar las diferencias que tiene con la mejor jugadora del mundo. “Nunca fui muy habilidosa, de esas chicas que se destacaban en los equipos. Mi plus es que soy muy rápida”, dice.

Fue precisamente por su velocidad que casi abandona el hockey para dedicarse al atletismo, mientras cursaba en el colegio La Salle de Florida. Pero entre todas las actividades en las que la anotó su mamá Gabriela “para bajar las energías”, Carla se inclinó por el hockey.

“Elegí este deporte porque me gusta ser parte de un equipo. La solidaridad, el compañerismo y la unión son valores que incorporás en un grupo. Desde que estoy en la Selección de hockey, aprendí a ceder, algo que me sirvió, en general, hasta en la convivencia con mi novio”, comenta entre risas. Desde hace cuatro años, Carla vive con Jorge Lombi (39), su ex entrenador en el club Ciudad de Buenos Aires, con quien empezó su relación mientras jugaba en España. Acompañada de su pareja, y después de cinco años de ser la figura del Club de Campo Villa de Madrid, Carla decidió volver a la Argentina para prepararse con las Leonas de cara a los Juegos Olímpicos 2012 que se disputarán en Londres.

Instalada en su departamento de Núñez, al que acaba de mudarse luego de perder la final de la Champions Trophy frente a Holanda 3 a 2 por penales, confesó: “Volví al país para cumplir mi sueño y el de todo deportista: ganar el oro en los Juegos Olímpicos”.

–Tu mamá contó que tu pareja te hacía sufrir mucho cuando eras chica, ¿es así?
–Me hacía sufrir porque como entrenador era súper exigente y, además, le tocó dirigirme a los 14 años, una edad súper complicada. Aun cuando estaba enferma, le pedía a mi mamá que me llevara a entrenar, porque si faltaba, después Jorge no me ponía en el partido del fin de semana siguiente. Un par de veces, volví a casa llorando, y mamá lo empezó a odiar por eso. Por suerte, hoy se llevan súper bien.

–A pesar de tu talento en la cancha, ¿te hacía ir al banco?
–En realidad, no era muy buena jugadora, y él lo sabía. Nunca me destaqué, salvo por ser muy rápida. Pero lo que Jorge pensaba de mí cambió cuando en un partido me quebré la muñeca y seguí jugando. Apenas terminó, me enyesaron y viajé para Mar del Plata a correr en los juegos bonaerenses. ¡Una locura! Igualmente, en esa época, para mí Jorge era sólo mi entrenador y nada más.

–¿En qué momento empezaste a ver a Jorge como “el” hombre?
-Siempre tuvimos muy buena relación desde que nos conocimos en el club Ciudad y, además del buen trato entre jugadora y entrenador, nos hicimos amigos. No sé bien cómo se dieron las cosas, porque fue muy natural, pero todo cambió cuando nos reencontramos en Europa. Empezamos a tener onda en mi segunda temporada en Madrid, cuando ya llevaba un año y medio allá.

–¿Qué extrañabas de la Argentina en esos cinco años fuera del país?
-Además de a mis afectos y a mis amigos, que es lo que más me costó dejar en Buenos Aires, extrañé muchísimo no poder comer un buen asado en familia los domingos.

–¿Por qué decidiste irte a España?
–Me tentó la experiencia de vivir en otro país y jugar en un equipo extranjero. Tenía 22 años cuando me fui y me abrió mucho la cabeza. Fue también una manera de elegir el hockey como mi sustento de vida, porque cobraba un sueldo por ser jugadora y en Argentina no podía hacerlo porque el deporte es amateur. Por suerte, ahora que tenemos más apoyo en el país, las Leonas podemos dedicarnos al hockey por tiempo completo y vivir de eso. Cuando sos parte de la Selección, es difícil estudiar o trabajar, porque no te da el tiempo.

–¿Ya sabés a qué vas a dedicarte cuando te retires del hockey?
–Antes de irme a Madrid, hice un año de Kinesiología en la Universidad del Salvador y quise continuar en España, pero no pude. Nunca abandoné el proyecto de hacer una carrera universitaria, sólo lo postergué. Sé que cuando se termine este sueño de ser una Leona, de algo tengo que vivir.

–¿Seguirías los pasos de modelo de Lucha o estás más cerca de Noel Barrionuevo, que dijo que cuando se retire quiere bailar por un sueño?
–No me tienta ninguna de las dos cosas. Tengo un perfil muy bajo y no me atrae lo mediático. No me gusta la exposición y, además, no soy realmente buena bailando.

Fuente: Hola

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