Fue su último Mundial. En definitiva su despedida del seleccionado argentino. Ni en sueños lo hubiera imaginado todo tan perfecto. Sin embargo así fue y con 31 años de edad siente que su tiempo junto a Las Leonas terminó. Mariana Rossi estuvo el fin de semana en Paraná en su rol de entrenadora y aseguró que la consagración en Rosario marcó el cierre de su carrera.
Su trayectoria junto a Las Leonas le dejó entre sus mejores recuerdos la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008, dos medallas de oro en el Champions Trophy (2008 y 2010) y el reciente título mundial. Sin las vestiduras del seleccionado y cumpliendo su rol de entrenadora, Mariana visitó la capital entrerriana junto a los planteles de Saint Catherine’s (Buenos Aires): “ Vinimos de gira. Todos los años acostumbramos a ir un fin de semana a clubes de otras provincias. Soy profesora de Educación Física y estoy a cargo de uno de los equipos”, explicó.
Su relación con el deporte comenzó mucho antes de su debut con la bocha y el stick. Es algo que lleva como una marca de nacimiento: “Mis padres, los dos, son profes y todos en casa hicimos siempre mucho deporte. Hicimos de todo. La verdad no se decir que vino primero a mi vida, si la Educación Física o el hockey”.
Difícil le resulta determinar el lugar que prefiere ocupar dentro de un plantel: ”Ser jugadora o entrenadora son dos cosas muy distintas. Uno forma parte de mi vocación y lo otro es realmente una pasión”.
Desde pequeña inció un recorrido por diversas actividades físicas, buscando aquella que cubiera con todas sus expectativas: “Hice vóley, patín, tenis, gimnasia artística. Y fue en sexto grado cuando arranqué a jugar al hockey. En realidad la llevaron a una de mis hermanas, que tiene un año y medio más que yo, la seguí y empezamos juntas. Ella dejó y yo no lo dejé más”.
Había decidido retirarse del juego profesional. Pensaba en dedicarse a su profesión y a formar una familia. Sin embargo, el llamado de Gabriel Minadeo modificó sus objetivos más próximos: “Cuando Gaby me llamó a fines de 2007 para ir a los Juegos Olímpicos fue una sorpresa. Después de Beijing estuve afuera por una lesión y la posterior operación. Más allá de eso continuaba en la lista de convocadas, pero nada me aseguraba aún que iba a estar en este Mundial”, relató Rossi.
Pasaron 7 meses desde su lesión y ya recuperada regresó a los entrenamientos: “Cuando terminé la rehabilitación arranqué de a poco. Me sumé al plantel como una más, pero sentía que estaba a otro nivel. Me costó, me sentí con poca confianza porque físicamente no rendía lo mismo“.
Las dudas fueron quedando poco a poco atrás, volvió a ser la de antes y Minadeo no dudó en conservarla como uno de los referentes de la defensa argentina.
El Champions Trophy de Nottingham, Inglaterra, fue su última prueba de fuego antes de la cita ecuménica en Rosario: “Habíamos entrenado mucho y quedaba solamente un mes para el Mundial. Pero lógicamente no sabía si iba a quedar en el equipo. Había que jugar bien y tomarlo como la última prueba”.
Todas coincidieron. Lo de Rosario fue realmente especial: “Jugar en tu casa es otra cosa. En Argentina mucha gente sigue al hockey. En mi caso, de lo poco que me tocó vivir en competencias internacionales, que fueron los Juegos Olímpicos, no había tanta gente como ocurrió en Rosario. En el Champions tampoco. Lo de este Mundial fue único”.
Los condimentos eran muchos: “Que 14 mil personas nos alentaran, era algo que no podíamos creer. A eso se sumaba que muchos de los que estaban ahí eran nuestros familiares, amigos, la gente del club. Eso es impagable y te moviliza mucho. Sentís que no jugás sola”.
El Mundial tuvo un equipo campeón. Las Leonas se consagraron como las mejores. Pero también tuvo una figura. Luciana Aymar se quedó en gran medida con la atención de todos, pero lejos de generar algún tipo de conflicto interno en el plantel, sus compañeras no dejan de reconocer su talento. Mariana Rossi no es la excepción: “Siempre que tuve la oportunidad le dije a Lucha que es un honor haber podido compartir esta época y este momento del hockey con una jugadora como ella y también como Sole (García). Son jugadoras que realmente son distintas y tienen un talento único”.
En Rosario, como en otras tantas oportunidades, Las Leonas funcionaron como un relojito y la consecuencia está a la vista: “Como equipo estábamos muy bien. Sabíamos que teníamos a la mejor jugadora del mundo y eso estaba claro en el equipo. Pero también es cierto que cada una cumplió su rol a la perfección y eso nos llevó al título”.
Etapa cumplida
La vuelta olímpica, el podio, la medalla, los reconocimientos y la satisfacción de colocar al hockey argentino en lo más alto a nivel mundial, le permitieron cerrar de la mejor manera una etapa a la que siente cumplida: “Ya renuncié. Todo lo que viví en estos últimos años fue un sueño cumplido. Fue único, pero hoy mi deseo es ser madre. A veces me pongo a pensar que todo fue perfecto. Es duro tomar la decisión pero estoy contenta porque todo se haya dado de la manera en que se dio. Fue un final mágico”.
Fuente: Uno Entre Ríos
1 comentario :
que geniaaa!! yo la adoro a esta mujer
en la puerta de mi apartamento en Buenos Aires pegue un poster gigante de ella y su gran equipo, que tantas satisfacciones nos han dado a los argentinos
ORGULLO DE MUJER :)
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